Si tu piel está apagada, envejecida y con un tono nada favorecedor, puede que te esté dando una señal de alarma clara: quizás falla algo en tu sistema linfático o tengas la musculatura contracturada, es momento de que conozca los beneficios del drenaje linfático. Y ese es el punto de partida de los masajes linfáticos en los que nuestras manos expertas recorren rostros, rastreando musculaturas, escuchando con precisión y acariciando con sutileza hasta dar con los puntos clave. Trabajamos el tejido conectivo, la red principal que conecta, envuelve e interrelaciona nuestro organismo, combinando el drenaje linfático con movimientos profundos y específicos hasta provocar un estiramiento facial de impacto. ¿El resultado? Unas facciones rejuvenecidas, remodeladas, y una piel plena de luz y vida.
Comencemos por conocer la fascia, un interconector fascinante
Una parte importante del tejido conectivo que trabajamos y movilizamos durante el masaje es la fascia. Envuelve nuestro organismo pasando por músculos, tendones, órganos, células… Y se encarga de controlar nuestra percepción del dolor y bienestar. No debemos olvidar que todo nuestro cuerpo está conectado y la fascia tiene una misión clave en este proceso. De hecho, es uno de los soportes estructurales de los canales energéticos en medicina china. Una red que se encarga de mantener todo en su sitio; un tejido fundamental, rico en proteínas como el colágeno, la elastina o la fibrilina. Una malla tridimensional de vital importancia.
Comencemos por el principio: ¿en qué consiste un masaje de drenaje linfático?
Se trata de una técnica de masajes suaves, superficiales, rítmicos, a lo largo de distintas zonas en este caso del rostro- aunque también lo realizamos a nivel corporal consiguiendo grandes resultados-, con el fin de mejorar la circulación de la linfa y, como consecuencia, el sistema linfático. Nos ayuda a liberar edemas y cualquier tipo de anomalía que se deriva de esa mala circulación. No olvidemos que la linfa es como el camión de la basura encargado de llevar todos los deshechos que se producen en el proceso de nutrición que realizan nuestras células. Si ese “transporte” no funciona de manera correcta se producen edemas, quedando detenidos y estancados líquidos y sustancias.

El drenaje linfático se encargará de ayudar a “desatascar” y liberar esas áreas arrastrando los líquidos al sistema circulatorio. Tampoco debemos olvidar que el sistema linfático cumple con una función de defensa fundamental gracias a los ganglios linfáticos y debemos cuidarlo. En los centros, además de la destreza de nuestras manos profesionales para drenar, contamos también con tecnología de vanguardia como LPG tanto a nivel facial como corporal. Gracias al millar de estímulos que aporta, de manera horizontal y vertical, se reinicia la producción de colágeno, elastina y ácido hialurónico. El efecto lifting es inmediato, como una sesión de fitness intenso.
¿Qué beneficios aporta el masaje linfático?
Los beneficios del masaje linfático son muchos ya que es clave para mantener el sistema linfático en perfecto funcionamiento. Con el drenaje conseguimos reducir la inflamación que se produce por la retención de líquidos gracias a que reactivamos la circulación linfática, eliminando los deshechos del organismo. Los ganglios linfáticos recuperan su funcionamiento correcto, y de manera paralela, mejoramos el aspecto de la piel. Sin olvidar el efecto relajante conseguido, clave para nuestra salud y para mejorar nuestra calidad de vida. También mejora la circulación sanguínea, los nutrientes llegan mejor a nuestros tejidos y, ya durante la sesión, empezamos a liberar esas toxinas y deshechos que estaban “atrapados”.
¿Cómo se realiza un drenaje linfático?
Lo realizamos con maniobras suaves, con movimientos repetitivos y lentos siguiendo el camino de los conductos linfáticos. Son movimientos de bombeo, con presiones que, insistimos, buscan eliminar las toxinas de manera natural a través de la linfa. Es indoloro y relajante. Si lo pruebas te harás incondicional y tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.